Amado Padre celestial, hoy me acerco a Ti con un corazón humilde necesitada de Tu dirección y sedienta de Tu sabiduría. Tú conoces cada rincón de mi mente, mis pensamientos más ocultos, mis palabras antes de que las diga, y las decisiones que enfrento día tras día. Hoy, te pido con todo mi ser que me formes como una mujer prudente, una hija guiada por Tu Espíritu y no por mis emociones o impulsos.

Enséñame, Señor, a hablar con dulzura y verdad. Ayúdame a callar cuando sea más sabio hacerlo, y a hablar cuando mis palabras puedan edificar, sanar y traer paz. Que todo lo que diga lleve vida y consuelo a mi familia y a quienes me rodean.

Dame discernimiento para ver con claridad, para no dejarme engañar por lo superficial, y fortaleza para tomar decisiones que reflejen Tu verdad. Lléname de un temor reverente hacia Ti, para que mis pasos sigan siempre Tu camino y mi corazón encuentre descanso en Tu paz.

Ayúdame a dominar mis emociones, a reaccionar con mansedumbre, y a vivir como una mujer equilibrada, sabia y llena de amor. Que mi vida hable de Ti más que mis palabras, y que dondequiera que vaya, yo sea un reflejo de Cristo.

Tú eres la fuente de toda sabiduría, y en Ti confío. Sé que cumplirás Tu palabra y harás de mí una herencia preciosa para mi hogar. En el nombre de Jesús, Amén.